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Patricia Morales Errázuriz Gerenta General Filantropía Cortés Solari
El océano es el motor del planeta. A nivel ambiental, genera casi la mitad del oxígeno que respiramos, a la vez que es un regulador climático, que absorbe no sólo calor, sino que alrededor del 30% del CO2 liberado por el ser humano, transformándose en un mitigador natural esencial para combatir el Cambio Climático. En términos económicos, más del 50% del PIB mundial depende del océano, a la vez que el 90% del intercambio de bienes se realiza vía tráfico marítimo.
La evidencia abunda sobre los denominados servicios ecosistémicos marinos y la urgencia de conservarlos. Una urgencia ambiental, social, económica, política y cultural. Sin embargo, pareciera ser que la evidencia científica no logra coincidir con el sentido común de todos los tomadores de decisión, en orden a actuar con la celeridad merecida.
De alguna forma, la agenda climática y ambiental termina compitiendo con las otras agendas sociales, como si no estuviesen estrechamente interconectadas. Como si el estado del océano no fuese determinante a la hora de poder enfrentar la presión demográfica y su consecuente presión sobre el ecosistema.
Los ecosistemas marinos y costeros sufren del impacto de casi todas las actividades humanas, sea vía el impacto acústico, sea vía la contaminación plástica, sea por considerar el océano, por años, el gran vertedero silencioso de nuestro hábitat. Lo cierto es que el océano se acidifica, su biodiversidad se extingue, y nuestra sobrevivencia se ve progresivamente pero seriamente, amenazada.
Cada COP abre una nueva oportunidad para que el océano sea el espacio de sostenibilidad que está llamado a ser. Y sostenibilidad significa poder beneficiarse de estos servicios ecosistémicos, sólo que, de manera eficaz y eficiente, no irracional. Sin duda que el cumplimiento del compromiso de convertir el 30% del océano en áreas marinas protegidas, para el 2030, es un hito fundamental hacia ese camino.
Pero no basta con declarar sobre papel el hito “30×30”. Debemos avanzar hacia un monitoreo de las actividades humanas en los ecosistemas marinos. Monitoreo desde la ciencia, que permita cuantificar ese impacto, y entregar soluciones viables y coherentes para mitigarlos.
Sólo así lograremos no sólo sostenibilidad ambiental, sino que social y económica, sustentada en una sólida institucionalidad y certeza jurídica.
Este año, después de estudiar por más de diez años los ecosistemas marinos patagónicos, Filantropía Cortés Solari, de la mano de Fundación MERI, promoverá, durante la COP 27: (1) el desarrollo y monitoreo de las áreas marinas protegidas, además de (2) la necesaria regulación de la velocidad del tráfico marítimo, para evitar colisiones con ballenas, (3) el avance de la economía azul, así como (4) una conservación multidimensional y (5) una educación ambiental como derecho garantizado.
Creemos que estos cinco temas permiten avanzar de manera decidida hacia la sostenibilidad de nuestros océanos. Sin embargo, esto sólo es posible en la medida que las agendas sean colaborativas y convoquen al sector público, privado y sociedad civil, sin lo cual, no existe forma de alcanzar los grados de consensos requeridos para ello.
El tiempo apremia, los ecosistemas no aguantan … y somos parte de ellos.
Fuente: Diario Sustentable